lunes, 24 de noviembre de 2008

Neruda eterno

Copio un artículo escrito por un gran amigo, Luisda, quien alegró mi día con un regalo espectacular. Gracias por eso y por este artículo.


Luis Daniel Álvarez V. // Neruda eterno
Neruda sigue vigente, porque encontró que el amor y la libertad son lo mismo
El 23 de septiembre la gran lluvia del sur no caía sobre la Isla Negra sino sobre toda la humanidad. Se cumplían los 35 años de la desaparición del poeta, político y diplomático Pablo Neruda. No sólo la niña de madera no llegó caminando, sino que faltaron muchos. Pocos recordaron la significación histórica de la fecha, el hombre que le cantaba por igual al amor y a la libertad se había marchado físicamente, aunque sus veinte poemas de amor y una canción desesperada sigan acompañando las noches soñadoras, las ilusiones pasajeras o los ímpetus del amor de muchos seres humanos. Esta vez fue distinto, pues el recuerdo de Neruda chocó al golpe de la ola contra la piedra indócil de la indiferencia. El poeta fue olvidado. Otros prefieren homenajear a algunos que no tienen ni méritos morales ni humanos, mientras Pablo Neruda no tiene una plaza, una esquina o un rincón donde los enamorados puedan sentarse a rendirle homenaje póstumo, acompañados por esa intermitente compañera llamada oscuridad. El amor es como la lucha por la democracia. Neruda decía en uno de sus poemas que se romperán los zapatos, pero se crecerá en la marcha. El amor como la libertad implica tropiezos y caídas, pero ellas no constituyen más que aprendizajes para seguir adelante y alcanzar algún día lo anhelado, bien sea un beso de primavera o contemplar la vida desde las cumbres de la democracia. Aunque muchos no recordaran que ese hombre chileno, constructor del amor a través del aliento de la libertad se marchó a su definitiva isla negra un 23 de septiembre, la memoria de Pablo Neruda sigue vigente, porque encontró que el amor y la libertad son lo mismo, un sentimiento en el cual el ser humano alcanza su realización plena y se entrega totalmente al otro.

POEMA 20 - Pablo Neruda

...Porque no en vano es uno de los poemas más simbólicos de la popularidad de Pablo Neruda... No sólo por el contenido, sino por esa forma particular que tenía Neruda de escribir: versos y frases que penetran en la memoria y que quedan en el tiempo.

POEMA 20

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Escribir, por ejemplo: “La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos.”

El viento de la noche gira en el cielo y canta.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.

En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.

Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.

Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.

Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.

Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.

La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.

Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.

De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.

Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.

Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
Y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.


Del libro "Neruda por Skármeta":

Poema 20, del libro Veinte poemas de amor y una canción desesperada

Uno de los más deliciosos poemas de amor de la literatura universal. Afirmo que cifra su encanto en la serena, leve, armónica, confesión del amante, y la turbulenta pasión que se adivina trágica en la contradictoria sobriedad de los versos.
La brevedad epigramática de los versos, agrupados salvo un par de veces en dos, crea un silencio entre ellos que traspasa a los lectores un envolvente ritmo de letanía.
Tres son los grandes protagonistas del poema: la amada, ausente y definitivamente perdida; la noche, escenario privilegiado de un amor que fue pleno y adecuado marco de belleza para la felicidad; y el sentimiento del poeta que una y otra vez rehúsa acatar lo que la razón le dicta.
Notable es el procedimiento de negar el amor, y de inmediato poner en duda la afirmación que lo anula, para hacerlo aparecer otra vez vigente, en la forma certera de la duda.
Por ejemplo, en: "Ya no la quier, es cierto..." (estrofa 13).
O bien en: "Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero..." (estrofa 15).
El verso trata de poner el episodio de amor pleno en la distancia, y el poeta ofrece contención y racionalidad, las que línea a línea son amenazadas, y lo vuelve a un amor manifiestamente activo.
Tanto, que al final del poema aprendemos que el dolor está vigente, y dudamos, por la dialéctica misma de la organización de todas las estrofas, de que las palabras finales sean los últimos versos que el poeta le escribe.
Más que una coda definitiva, esa obsesión podría ofrecer - lo intuyo intensamente - una vertiginosa circularidad y el poema recomenzar en "Puedo escribir los versos más tristes esta noche...".
A la manera de los CD's, habría que advertir que esta joya contiene un bonus track. Me refiero al proyectil desprendido del cuerpo del poema que goza del estatus del verso independiente en el reino de la fama:

Es tan corto el amor, y tan largo el olvido